Thursday, October 05, 2006

De Estéticas, estrategias, interlocutores y el Tipping Point

Estoy ahora en la fase de dejar copias de mi libro de NGS en ni más ni menos que una estética.

Resulta que reuní dos ideas que venían prefiguradas en el libro de The Tipping Point de Malcolm Gladwell: una estaba alrededor de esa novela llamada Divine Secrets of the Ya-Ya Sisterhood, que fue famosa gracias a los múltiples clubes de libros que se formaron alrededor de esa novela hará como cinco o seis años.

Bueno, eso fue el primero, el segundo punto tiene que ver con una necesidad que se dio en California también hace pocos años relativo a la revisión respecto al cáncer mamario.

Resulta que un grupo de personas cayeron en cuenta que uno de los mejores lugares para reunión de mujeres y en donde se pudieran captar su atención para transmitir ese tipo de mensajes importantes eran precisamente los salones de belleza y estéticas.

Un salón de belleza como todos sabemos es un lugar en donde un grupo de mujeres (aunque ya hay muchos en donde los hombres y mujeres están integrados, normalmente los hombres nos quedamos callados y ellas se la pasan conversando como si nosotros no estuviéramos presentes, eso sí, con su discreción normal, por supuesto, podríamos afirmar que somos normalmente minoría en ese sentido cuando estamos ahí dada la frecuencia con la que el sexo femenino se aparece por esos lugares comparado con el sexo masculino), bueno, repito, donde un grupo de mujeres se quedan quietas unas esperando LEYENDO UNA REVISTA (o pudieran estar leyendo otra cosa, ¿no?, como un LIBRO, por ejemplo), o viendo la TV, y otras atendiéndose, y en donde en general conviven y se comunican sus propios puntos de vista.

Al estar esperando yo recientemente el turno de mi hijo para que se cortara el cabello en esa estética (ya no hay muchas peluquerías de esas del caramelo dando vueltas), no pude evitar ver una máquina expendedora de dulces de esas rojas a las que les metes dos pesos para que entregue una dotación de dulces o chicles al niño ansioso. Fue como si me diera cuenta que es eso, un punto de venta. Un sencillo punto de venta especializado, segmentado y dedicado, donde muchas mujeres gustosamente desembolsan dinero para sus necesidades de estima y de sencillamente estética personal.

Claro que lo es. Entonces se me ocurrió hablar con la chica que le corta el cabello a mi hijo y a mí para explicarle el rollo de mi libro, ella simpatizó con la idea (el tema del libro y esas cosas) y de paso le dejé un ejemplar. Pasaron dos meses en los que le di suficiente tiempo para que le gustara y agradara y todo eso, cosa que afortunadamente sucedió de esa forma y así fue cuando le comenté que le iba a entregar dos más para que los pusiera en venta a comisión.

En ese punto estoy ahora: dejé los ejemplares ayer en la noche y no estaba. Espero hablar con ella hoy mismo para ver como irá la cosa y cada cuando le parezca que la visite, a ver si entre mujeres el libro pueda captar.

Esa es la cuestión de la que adolezco, el grado de interlocutor confiable que es necesario para captar su atención y ganarme en la medida de lo posible en estos casos, de su confianza.

Como se ve, seguimos con las ideas de la mercadotecnia alternativa para ver de que lado prende el libro.

(Por cierto, un compañero de la oficina en la que estoy, trajo una buena cantidad de memorias Flash, usbs, de 512 mb de capacidad a un costo de 500 pesos, algo así. En menos de medio día vendió como diez.

Le dije, “¿Cómo lo hiciste? Yo traté de vender mis libros y sólo logré colocar cinco ejemplares en dos semanas”. Él, sonriendo, me dijo, “es que la cultura no vende”…

Lapidaria respuesta. Pero no nos arredraremos. Claro que no.


Por cierto y no relacionado totalmente con el asunto, ya me apunté a dar una conferencia del tema en la escuela en que una compañera, que muy agradecidamente compró mi libro es amiga de la directora de una Prepa Técnica al parecer y el costo propuesto de la conferencia es nulo, el chiste es que te compren los libros al final de la conferencia, o durante. Como sea…

Insisto, la clave es el interlocutor que traduce el concepto que traes en mente. Un interlocutor que sea amigable contigo y al mismo tiempo que le interese que tu mensaje llegue a las mas personas posibles…

Espero a que salga algo interesante de estas estrategias...

Friday, September 22, 2006

La historia hasta ahora. Día muchos del Blitz.

El BLITZ sobre el libro de Nuestras Guerras Secretas sigue en pie.

Me han preguntado si ya dejé por la paz lo de mandar chorrocientos correos al respecto de la distribución del libro de NGS. Me han preguntado si ya me desanimé o qué.

Pues resulta que no, que la razón por la cual yo no he seguido mandando correos o que no he mandado de vuelta a las mismas personas para ver que les ha parecido ha sido más que nada por el manejo del correo de Google, o sea, el Gmail.

Por las particularidades de Gmail, en la manera en la que archiva los correos de una cuenta, la forma en que está organizado, me carga todo el contenido de correos en la página. He descubierto que es muy pesado para Gmail mostrarme todos mis contactos, que en este caso son más de 4000.

De hecho, tengo una base de datos que me pasaron con otros tantos correos y no la he usado frente al temor que mi cuenta de Gmail será insoportable de manejar, en cuanto a tardanza y tiempo de respuesta se refiere, si sumo esos tantos miles de contactos más.

O sea, actualmente sí es sencillo de buscar un contacto, pero si quisiera ordenarlos me es muy complejo y tardado. Si quisiera enviar un correo a, por decir, 20 usuarios elegidos, no podría hacerlo porque el seleccionarlos de manera eficiente porque podría resultarme muy pesado. Tal vez debí haber utilizado otra opción, pero en fin. Nada de lo anterior le ha quitado lo divertido y reconfortante que personas te respondan el esfuerzo.

Y me refiero al esfuerzo del libro y de la manera de circularlo en sí.

No sé si tenga que ver con la conexión o con mi máquina, que no es la state of the art que me encantaría, pero no descarto que dentro de poco siga utilizando el mismo modelo de circulación de mi contenido.

Eso es en cuanto a la forma de envío, al respecto del contenido, será lo que sigue de Crónicas, que lo haré de inmediato. O bueno, casi de inmediato.

Tuesday, September 05, 2006

Seguimos en la publicación del Nuevo Nuestras Guerras Secretas

Este blog se dedica a las circunstancias que tienen que ver con Nuestras Guerras Secretas y con las Crónicas de Nuestras Guerras Secretas...

Estoy en esa deliveración de que sigue... en la difusión de estas ideas...

Esperamos resultados...

Que estén bien...

Luis

Thursday, August 17, 2006

AMOR POLIEDRICO (fragmento de novela)

(Fragmento de Sangre de Neón, novela inédita, todos los derechos reservados, etc.)



POR FIN LLEGUÉ A SANTANDER JIMÉNEZ, TAMAULIPAS. Me dirigí hacia la posada a descansar un poco. Tenía que hacer tiempo mientras llegaba este cuate de lentes, ¿cómo se llamaba? David, sí, David Hernández. Comí por fin dos o tres platillos que pedí para el cuarto.

Decidí tratar de dormir.

Yo creía no ser una persona impresionable. Tiendo a burlarme, tiendo a reírme. Tiendo a ser escéptico. Pero cuando estás presente en situaciones con los hermanos, los enfermos, y para rematar el señor Mingo, ¿qué se puede pensar? Esta no es la normalidad de la vida. ¿O sí? Existe algo así llamado tranquilidad de la vida. ¿Normalidad? Doctora Valeria, usted sí me entiende. ¿Qué estará haciendo ella? Tenía ganas de verla. De platicar con ella. De estar con ella.
De estar muy con ella. De estar dentro de ella.
Tuve una erección de repente. Me sonreí. Tendría que esperar.

No sé cuanto, era lo malo. Lo que pasó allá, pasó allá. Lo que pasará aquí será distinto. No podría pensar que sería lo mismo y no lo esperaba.
Nada sucede igual a como lo planeas, nada. Chequé nada más por no dejar si había mensaje de Epsy. Nada. Ella me gustaba mucho. Todavía recordaba nuestro pasado brillante en los que estuvimos haciendo planes for nobody.

Y ahora era Hombre de Ninguna Parte.
Vivimos de todo. Y ahora vendría para acá. ¿Sola o con alguien más?
No debería de importarme pero preferiría que viniera sola.
Y eso me ponía en un conflicto. ¿Para qué la querría sola? Estaba la doctora Valeria. ¿Ella que pensaría? ¿Que tuve que ver con Epsy? Eso no debería de preocuparla.
Ella ni en cuenta. Lo que no es en su año, no es en su daño, dicen.
Además ni la doctora era algo mío, ni yo, sobre todo eso, era de ella. Mía tal vez lo fue, pero en su calidad ilusoria y ultra pasajera.

La verdadera verdad, redundancia en pleno, ellas jamás son de nadie. A menos que ellas lo decidan así y aún eso es temporal. Todo lo demás no son más que buenos deseos y rasgos de machismo mal entendidos.
Desubicados estos.
De todas maneras me debía a Epsy en algo. No sé en qué. Estuvimos juntos mucho tiempo. Salíamos a muchas partes. Fuimos felices. Si a eso se le puede llamar felicidad.
Trabajar juntos y coger. Coger y trabajar juntos.

Yo le decía muchas veces que no usara la palabra «coger». Que lo de nosotros era más bien «hacer el amor». Ella decía por su lado, que el amor ya estaba hecho entre nosotros. Y que disfrutaba la plenitud física conmigo. Y yo con ella, también, por supuesto. Más evidente de lo único evidente, ¿quizá?
De nosotros. Entre nosotros.
Y me seguía causando estupor cómo puede reaccionar una mujer.

Para la mayoría de los hombres, eso no es novedad, el mundo de ellas es remoto, es otro.
Ellas intuyen que la mitad del mundo es de ellas. Y que el hombre sólo lo sospecha. Peor, el hombre cree que el mundo es de él.
Pero es sólo eso, creencia. No tarda la mujer que llegue a ponerlo en su lugar.
Epsy en particular, me puso en el mío. Por más que quise no doblegarme ante ella, no pude evitarlo. Una y otra vez.

Eso fue hace mucho. Ella traería ahora otra relación y me podría causar indiferencia o celos, pero el punto es que sí me podría causar algo de revuelo en mi interior. O tal vez no.
Creo que sí estuve enamorado de ella, aunque fueran sólo quince minutos intensos. Pudo ser el día que conocí su casa y que me sentí por ese tiempo que bien podía pertenecer a su mundo. Pudo ser la noche de la entrega de premios de cine que compartí la mesa con sus amigos. En esa ocasión ella estaba radiante.
No tenía nada que ver con hacer el amor. Tenía que ver con el amor mismo.
El concepto de amor, una vez más. Tal vez me le negué demasiado a abrazarlo, a aceptarlo, como si fuera éste una religión del amor en sí mismo.
¿Crees en el amor? ¿Lo aceptas como si fuera una fuerza divina? ¿Cómo una fuerza redentora? ¿Lo aceptas como una fuerza de transformación?
No lo sé. No lo sé. No lo sé.
Pero bien hubiera querido aceptarlo así.

Mi pinche lado ácido. Siempre el temor, siempre la duda. Siempre el miedo de que las cadenas fueran más grandes que el amor al amor.
El amar al amor.
¿Cuál es la diferencia?
¿Por eso tantos hombres aman a tantas?
¿O el amor verdadero es sólo uno en la vida?

Perdóname lector-lectora, pero aquí entra de nuevo la estadiostica: ¿Cuánto de nuestra personalidad queda en perfiles definidos? ¿Cuáles serían estos perfiles? ¿Cómo se medirán?
Supongamos por un momento que la simpatía, las afinidades, el gusto a la música clásica, la receptividad a nuevas ideas, el odio por las caramuelas, se pudieran medir o codificar.
¿Cuántas de estas características pudiesen resultar? ¿Mil? ¿Cinco mil? Dependiendo, tal vez ese número pudiese ser finito o infinito. Pero si uno pudiese agrupar esas características en grupos mayores, ¿que saldría?
Sé que estaba haciendo algo contranatura, tratar de cuantificar lo incuantificable.
Ahora, pensé, si sacamos un número que se pudiera graficar pero no con barritas o paycitos, sino como un cuerpo geométrico de mil caras.

Esos cuerpos geométricos, seríamos nosotros representados en el tiempo y sobre todo en el espacio. Y ese cuerpo en particular de mil o más caras tendría entradas y salidas y… he aquí la magia…
De repente flotamos y nos damos cuenta de que lo estamos haciendo en un espacio al parecer ilimitado desde nuestro humilde punto de vista y nosotros dentro de nuestro cuerpo geométrico nos damos cuenta que nos comportamos, increíblemente, como si fuéramos una leve motita de polvo en medio del viento.
En ese espacio volamos libremente, y el destino nos lleva a todas partes por todos los tiempos. Jamás nos encontramos quietos.
Y así de pronto, descubrimos que no estamos solos, que hay miles de más motitas de polvo.

Flotamos y empezamos a chocar una y otra vez a través de nuestras vidas. Miles de choques, miles de intercambios. Miles de encuentros. Miles de recuerdos.
En los millones de motas, que chocan de manera cotidiana con otras millones se dan por circunstancias encuentros especiales por necesidad. Motas idénticas, opuestas, complementarias, parecidas, extrañas, afines, ajenas, iguales, comunes, de todos tipos. Muchos al descuido, muchos deliberados.

Algunos de esos se recuerdan y se guardan en las memorias… y se guardan porque encajaron en tu mota, en tus diversas caras, protuberancias, cavidades. En tus continuas entradas y salidas de tu polimórfico perfil de tu poliedro geométrico, puede que suceda que llegue otro poliedro geométrico que se adapte perfectamente al tuyo, que embona, que encaja, que es convexo a tu cóncavo, o viceversa.
Y ahí se queda.
En ese momento no sabemos nada del futuro, sólo esperamos que se quede ese poliedro hasta ahora desconocido… en nuestro poliedro… por mucho tiempo, con todas sus infinitas posibilidades.
El verdadero amor sucede u ocurre cuando te quedas atrapado sin opciones y el poliedro tuyo y el poliedro otro empiezan a fundirse y a crear más caras en conjunto. Sin sospecharlo tú jamás, que estás atrapado. Por tu propia voluntad.

Epsy fue el amor más poliédrico correspondiente de todos los que tuve.
Y la estadiostica lo previó. La estadiostica lo prevé todo.
Incluso el amor poliédrico por más remoto que pueda parecer.
Mi fe me dice que sí. La vida me dice que sí. Entonces, ¿sí? O ¿sí?
Y la solución a perpetuar ese estado era…
Sonó el teléfono. Sin pensar en nada respondí de manera automática. Era Zenobio, me invitaba a tomar un café. Suspiré. Me puse de pie. Era una pinche flojera.
Como quiera me sentí menos cansado pero con esas ganas de seguir acostado, como cuando sientes que la fatiga te sigue invadiendo.

El amor poliédrico otra vez. El amor que se da porque se tenía que dar. Es amor que hace que tu mente se te embote y sólo quieres quedar bien cada minuto con la persona que sabes de manera instintiva que por el sólo hecho de existir ya quedas bien. El amor por el cual estas viviendo, rezando, pensando, idealizando, para el cual los defectos del otro son minimizados de manera casi absoluta. El amor que te hace levantarte con optimismo aún y que el día o tú te sientas de manera atroz, el amor desafiante, el amor resultante, el amor que invoca… el amor que sangra, el amor que toma, el amor que das, el amor que queda, el amor que nace, el amor que vive, el amor que nunca muere, el amor tierno, el amor del alma, el amor de la mente, el amor del corazón, el amor del cuerpo, el amor que enerva, el amor que respiras, el amor que suspiras, el amor por el que suspiras, el amor que eres, fuiste y serás tú…

El amor que confunde, el amor que difunde, el amor que da calor en los tiempos de frío, el amor que está a punto de las lágrimas, el amor sincrónico, el amor que nunca es gélido, el amor creado, no clonado, consubstancial al amor, el amor que lucha, el amor que está y que ignoras, el amor que lastima, el amor que es tus ojos, el amor que es tu piel, el amor que es tu sonrisa, el amor que besa tu espalda, el amor que lame tus heridas, el amor de tu mirada, el amor de tu risa, el amor de tu gloria, el amor que enseña, el amor que bebes, el amor que hilas, el amor que vuela, el amor que idolatras, el amor que duele, el amor que no mata, pero que parece que lo hace, el amor que permanece…
Un tiempo para amar…
El amor químico, el amor sentimental, el amor del alma, el amor que florece, el amor estadiostico, el amor poliédrico… mientras fue, es y sea amar que me envuelva y me haga suyo…
Como ya lo he dicho, en ocasiones puedo ser tan sentimental que me causo ternura… o autocompasión, pues.

A Epsy la amé. Y jamás lo supo en su plenitud.
Para poner melancólico a cualquiera nunca se lo dije de manera fuerte y suficiente. Quizá sólo fui un hijo de su chingada madre que nunca tuve los pantalones para expresar que sí la quería, que sí la amaba.

Y eso me puede pesar, claro. No soy taaaan cínico. Bueno, sólo un poco, pero cuando llegas a un punto y reflexionas y te miras dentro y descubres por fin que tienes límites muy claros, que no eres indestructible, cobras conciencia que eres mortal. Es cuando te preguntas ¿hice bien? ¿Hice lo correcto?
A veces la respuesta es no.
Lo peor que te puede pasar es darte cuenta que no puedes darle para atrás, la solución de reinventar el pasado que no te gusta no es solución.

Descubrir penosamente el momento preciso y pensar en tu soberbia, en tu miopía, es terrible. Pensar que todavía te puedes equivocar con todos los años que cargas, es peor, es aterrador.
Porque ahora sí sientes que estás contra el tiempo. Que todo llega en su momento y que no sabes cuando será el final de éste.
En la juventud presumes de tu inmortalidad, juegas con los riesgos, en tu madurez presumes de tu cautela, ya estás más con cuidado, en tu vejez presumes de tu frialdad, de que llegaste más allá que tus propios padres y que eso lo lograste sólo por la misma indefinición de tu propio límite de vida.

Cuando descubres la ficha que te dan, la carta que te sirven, la cara del dado que aparece o el número que la Santa Ruleta te otorga y aparece ROJO MESOTHELIOMA. En eso todo adquiere otro sentido doloroso y trágico.
Descubres tu verdadero límite, el de tus fuerzas, el de tu vida, el de tu muerte. El del final.
Por eso las decisiones de día con día son más espeluznantes.
Decisiones para vivir. Decisiones para morir. Decisiones para amar.

Hay seres humanos que en ese espacio entre paréntesis llamado (vida), encuentran al amor y brindas por ellos y los que lo ignoramos, recordaremos lo finito cuando nos topemos con él. Y ver venir el paréntesis que se cierra.
Ponerme a pensar si mi vida terminará con sólo un parentesis «)». ¿No sería mejor anteponerle un signo de admiración «!»? ¿Qué más de admiración sea de la afirmación implicada en dicha vida? Jamás de interrogación, «?», por favor. Eso sería poner en cuestión toda la existencia misma del ser envuelto entre esos paréntesis.

A veces el signo de interrogación es tan trágico.
¿O prefieres sólo un punto final «.», como muchos de los aburridos?
Admiración, puntuación, interrogación, el paréntesis, frío en solitario.
El sino de tu vida, (no «signo», corrector, «sino») Aquí signo es sino y sino es signo.

Pero ojalá, lector-lectora, no entiendas demasiado tarde, cómo me pasó a mí, creo, que el signo, el que sea, no importa, a fin de cuentas si tuviste el amor que te arropa, el amor que se entrega, ¡que sientas que lo tienes o tuviste en la mano, chingado!
O que el amor te tenga a ti. Faltaba más.
Bien decía McCartney: «el amor que tomas es igual… al amor… que haces…».
Y esa es una de las más putas verdades como no hay otras en este mundo.

Tenía que irme. Zenobio, que cuate. Bueno, pensé que había tiempo antes de ir a la cena esa de la gente de David.
Y la pregunta que me flotaba era… ¿Valdría todo esto la pena?

Saturday, July 29, 2006

CHAPTER IV. ANALIZANDO EL DESEO DE LOS HOMBRES PARTE 1



¿Cuál es la causa del deseo en los hombres? Sin que yo trate, suponga, imagine, pretenda ser la última palabra en el asunto, hablaré del tema.

Esto es necesario para ver si con esta reflexión uno se ponga a mostrar o a demostrar casos en los que la calentura mate neuronas, que sí creo que es lo peor que puede pasar, porque de ahí al embarazo o al contagio de una enfermedad sexual, hay, bueno, aceptémoslo, no siempre se dará, pero abre un océano lleno de posibilidades, en este caso, no muy halagüeñas.

Ya lo dije al principio del libro 1: El hombre siempre piensa en sexo, o para ser preciso, al menos cada diez minutos. Esta premisa, que no necesariamente es exacta en todos, nos lleva a pensarlo de otras maneras.

Lo primero que se viene a nuestra mente es ¿por qué? ¿Por qué el hombre piensa en sexo cada diez minutos? Sin querer que suene a decepción, es difícil saberlo, lo más probable es que sea cuestión biológica más que cultural, pero mi palabra no vale mucho si no puedo demostrarlo. ¿Será más del tipo cultural? Puede ser, pero igual, ¿cómo saberlo? ¿Será emocional? ¿Será por imitación? ¿Será por contrarrestar un complejo de algo? ¿De inferioridad tal vez?

Lo ignoro. Lo ignoro todo, lo que sí sé es que el hombre piensa en sexo cada diez minutos.

Sin especificar quien es ese “hombre” y si son exactamente 600 segundos el período del cual hablamos, como si hubiera un “timer” implantado en el cerebro, diciendo “no he pensado en sexo, ¡que barbaridad, en casi diez minutos!, de buenas me acordé”, así está la cosa.


LA MUJER COMO OBJETO DE DISTRACCIÓN (SIN SER OBJETO, CLARO)
¿Por qué durante mucho tiempo las mujeres cubrían su cabello con un velo en las misas de la iglesia católica? Un día me enteré: lo cubren para que el cabello largo, pecador, lleno de vanidad, no distrajera a los hombres, también pecadores, buscando signos de vanidad, precisamente.

¿Qué es lo que sugiere el cabello largo en las mujeres? Bueno, tal vez una exhuberancia, una sensualidad proyectada, una sugerencia de especial coquetería, una diferencia de lo que es, en todo su esplendor, el cabello humano femenino, un espléndido marco para el rostro.

No hay que descuidar la idea de que el cabello largo en la mujer sugiere juventud, cosa que ya se ha escuchado mucho a las consejas populares que aconsejan: mientras más edad se tiene, ciertas cosas a las mujeres ya no les quedan, las faldas cortas, el cabello largo, como si la conseja popular fuera en contra de no tanto el deseo natural de disimular la edad (por la obvia competencia de las nuevas generaciones) sino que debe de haber algo equivocado en ese insistente deseo de prolongar tu juventud en contra del pensamiento de la mayoría, tal vez porque a algunas de las demás (las que son tomadas en cuenta a la hora de opinar, por la mayoría) ya no se les verá bien, ni el pelo largo, ni el mostrar unas bonitas piernas.

Tampoco hay que olvidar que un cabello largo implica además cuidados, que los cuidados implican tiempo suficiente para dedicarlo a embellecerlo, que el tiempo suficiente implica que entre todas las ocupaciones que una persona realiza en casa pudiera ser que se tenga el nivel económico para que alguien más las haga, que además implica que se tienen esos recursos económicos por lo menos suficientemente como para comprar los suficientes aditamentos como para mantener la belleza en ese cabello.

Todo redunda en circunstancias de dinero, juventud y belleza. El cabello, un buen cabello, es peligroso realmente.

Entra una mujer, miras de inmediato su rostro, su busto, sus piernas, su cintura, ¿para qué? “Para ver como está”, así de seca es la respuesta. ¿Para deleitarse con la estética? Puede ser.


LA MUJER COMO SUJETO (O SUJETA) A DISCUSIÓN ESTETICA
Tal vez porque tenemos bien metida en nuestra psique las medidas correspondientes en la proporción correcta que heredamos de nuestros padres y que nos comunicaron nuestros compañeros o hermanos mayores. Esa corresponde, como dicen a un jarrón, por así decir, caderas grandes, cintura estrecha y busto amplio.

Sería entonces así: .7, la cintura, 1.0, la cadera. O sea, como resultado, .7 . ¿De los griegos? No lo sé. ¿Traían esa relación los aztecas en mente cuando elegían mujer? Lo ignoro. Hace años que leí “Azteca”, de Gary Jennings y no recuerdo los estándares estéticos descritos por ahí.

El punto es que los hombres mentalmente revisamos esa relación entre cintura igual a dos y cadera igual a tres. ¿90-60-90? Quitando el busto, luego retomemos ese tema, saldría una relación, dividiéndolo entre 30, de dos a tres. O sea, .666 .

Conforme se acerca a esa relación, más atractiva parece. De busto, pues... de todo hay. Pero, cuidado. Ni tanto que se acerque a las matronas italianas, perdonando el prejuicio, ni que se acerque a las corredoras de carreras de obstáculos. Pero por supuesto que existen personas con estos gustos. Bien por ellas, bien por ellos, bien por todos.

¿De las piernas? Largo punto. Torneadas, fuertes sin llegar a musculosas, buena pantorrilla. Todo en equilibrio. Mucho puede hablarse de las piernas. Todavía recuerdo aquél chiste de Playboy en el que están dos tipos sentados en un bar tropical bebiendo daiquiríes y mirando de manera hastiada a las varias meseras que andaban con los frondosos senos al aire y con faldas tejidas desde la cintura hasta los tobillos, y uno de ellos le decía al otro: “La verdad, John, es que yo siempre he sido un hombre de piernas...”.

Si seguimos con lo demás, la cintura, los senos, el cuello, nunca acabaríamos. Se han escrito cientos de ensayos al respecto. Baste decir que tengo amigos que les fascina los tobillos y los pies. Algo fetichista el asunto, pero ahí hay algo también que...

¿Las nalgas? Es más bien proporción con lo demás, es más bien volumen y simetría, no tamaño, que quede claro eso, y es más bien algo, eso sí estoy seguro, de origen biológico.

Recuerdo una ocasión a un viejo conocido que sencillamente miró a dos o tres mujeres y me dijo, no sé si por llenar el espacio de plática, la frase de: “¡cómo me gustan las nalgas a mí!”. Sic. Tal cual.


LA BÚSQUEDA DE LA EXPLICACIÓN DEL DESEO
Ahora, ya establecido el terreno. Ya establecido el punto de que todas las mujeres constan de lo de arriba. Entonces, ¿qué pasa al respecto con los hombres? ¿Se considera que pensamos en sexo sólo por mirar un par de piernas bonitas entrando en una sala con una linda minifalda, y juzgarlas así, “qué bellas piernas”?

No, no es tanto sexo. Pero tal vez si estemos hablando de una cosa y otra y aunque no invoquemos al acto sexual en sí o que ni siquiera quisiéramos tocarlas, tal vez, y sólo digo tal vez, nos encanta el panorama de mirarlas de reojo, en cuanto ella no nos vea que la miramos. Y claro que nos agrada que esté ahí, “al alcance de la mano” y perdón por la broma. No que lo quisiéramos hacer, no en medio de la gente claro.


WARNING ACLARATORIO

No estamos para nada a favor del acoso sexual. Lo reprobamos. Nada lo justifica. Debe de ser denunciado, debe de ser castigado. Nada justifica una agresión aunque sea moral y no física. Ni el estar vestida provocativamente, ni nada por el estilo. El que acose realiza un acto bestial, de abuso total de fuerza, o de jerarquía y de autoridad.

FIN DE WARNING ACLARATORIO

Continuemos:

La sociedad presente en medio de personas nos dice que no es conveniente. No señor, sería faltarle el respeto.

Pero apuesto a que si no hubiera nadie más que un hombre el pensamiento de tal vez tocarle las piernas, tal vez pasarle la mano de manera tersa, si puede que aparezca en la mente de varios. ¿Por qué? No bastará decir que porque es atractivo el pensarlo, ¿verdad? No bastará con decir tampoco que si eso llegase a suceder pasarán por la mente cientos de cosas, ¿verdad?

No bastará con decir que ese pensamiento aleatorio, que no fue construido desde la intelectualidad, que fue creado a partir del sólo mirar, de sólo mirar, exactamente, y nada más que eso, no de analizar las piernas fríamente, y que se apareció sin más.

Eso, obvio, no sucede normalmente. En una reunión de negocios, digo, en la regularidad de un ambiente en que esté castigado, tal como debe de ser, el acoso sexual, eso jamás pasaría, en teoría y esperando que los factores disuasorios del asunto, que es tomado muy serio para esto y afectan la vida de miles de mujeres, funcionaran como es debido.

Pero si se da en otro contexto, y la vida depende mucho de ese “contexto” pasan miles de pensamientos. Estamos cien por cien de acuerdo en que una mujer se puede vestir como se de la gana. Estamos cien por cien de acuerdo en que jamás se podrá utilizar como excusa la forma en que una mujer esté vestida como para admitir un permiso tácito que jamás existió más que en la mente del estúpido que pasó de un pensamiento aleatorio, a un acto reprobable.

Así debería ser visto el acoso. Reprobable. Y no es hipocresía de mi parte por quedar bien con mi público femenino.

Pero sé que hasta mujeres dan la razón equivocada en esos casos.

Ubiquémonos de nuevo en un mundo en el que el hombre siente el deseo. El hombre “normal” si es que existe este.


EL SURGIMIENTO DEL DESEO (EN LA IMAGINACION)
Puede pensar que el deseo surge cuando piensa, imagina que tiene posibilidades de conseguir una anotación, por decirlo eufemísticamente. Es cuando imagina que obtendrá, con su debido esfuerzo, porque sin esfuerzo para muchos no tendrá chiste y se desvalorizará todo el asunto, repito, con su debido esfuerzo, obtendrá su objetivo, que es, que esa mujer le permita al hombre ser tocada por él, aparentemente sin límites.

Sé que es estar metiéndome en camisa de once varas. No sé de ética de género, no sé de sicología evolutiva lo suficiente, menos he ido a tomar un diplomado o una especialización en sexualidad familiar.

Sólo hablo como si tú me preguntaras a mí, mi opinión de hombre lego en la materia, que si acaso ha leído algo del tema. Pero sigo siendo hombre común y tal vez en eso se mantiene la validez de mi punto. Y que conste, nunca en ningún lado pretendí otra cosa.

Y tal vez le des ese valor a esto que estoy escribiendo, sólo la opinión de un amigo. Y ya. Eso es lo que requiero.

Volviendo. Entre hombres no escucho a nadie que digan, “que buena vieja esa, me la quiero coger”. Eso no se dice entre hombres. Sólo dirán:”Qué buenas tetas”, “Qué buen culo”. “Qué viejorrón”. No se dice más. Lo que implica es que esos aspectos de las mujeres son atractivos como para mencionarlos, o tal vez para que se consiga estar a la par de los mismos pensamientos del grupo sobre una determinada mujer. Como para obedecer a la presión de grupo. Para quedar bien entre cuates y no cuates, caramba.

Alguien más dirá: “Sólo quiero que esa vieja me eche airecito con su chicharrón”. Sólo se implica que habría un acto sexual de por medio para conseguir que algo similar suceda.

Otro podría decir, “a esa vieja, como si fuera caja de coca” haciendo el movimiento característico de cargar una caja de refresco con los brazos extendidos y apoyándola sobre los muslos.

Nadie habla aquí de voluntad de la mujer en cuestión. Sólo se expresan ideas, o llamémosles así, fantasías compartidas que son invocadas de manera rutinaria.

Recuerdo lo que nos contó Armando (el nombre es cambiado, por supuesto) un amigo de una empresa en la que trabajé. Él contó que un amigo suyo (así se dicen las cosas, al final uno no sabe si el protagonista fue el que lo contó o si realmente fue su amigo) trabajaba en un lugar en el que había una cierta secretaria muy guapa. Alguien le dijo que ella se parecía mucho a una actriz de cine porno famosa por esos años (las actrices porno sí llegan a ser famosas, pero no por muchos años).

Resulta que alguien le consiguió al amigo de Armando una, o unas, no recuerdo, películas con la actriz porno en particular. El amigo las miró. Y llegando al día hábil siguiente... ¡Imagínense! ¡La chica sí se parecía! Llegó el amigo con Armando y le dijo llevándose las manos a la cara: “¡Qué bárbaro! ¡Ya no aguanto!”

Nos reímos mucho del tipo. Que Armando supiese, jamás pasó de ahí. La anécdota tiene sentido en el hecho de que las fantasías ultimadamente se dejan guardadas en ese cajón y ahí estarán bien. (¿Sería en verdad mi amigo Armando?)

Volvamos a lo del deseo.

Los deseos en el sentido que nos referimos quedan sublimados de muchas maneras. De alguna forma se llega a mirar al mundo diciendo, uff, la mitad de la población es mujer. De esa cantidad, la mitad está en edad de merecer. De esa mitad, la mitad cae en lo atractivo. De esa mitad... etc.

El dicho lo dice de manera muy clara: tantas mujeres, tan poco el tiempo.


CONTINUA...

Notas Periodísticas sobre el tema... la número dos

Nota aparecida en el Periódico El Norte, 20 de Abril de 2006


Dan claves para hablar con hijos de sexualidad
Por Aideé Molina


Recomiendan expertos centrarse en situaciones de riesgo. Sugieren a papás charlar con menores sobre noviazgo, relaciones sexuales y anticoncepción
¿Qué harías si te encontraras un condón en la bolsa del pantalón de tu hijo adolescente?

A situaciones como ésta se enfrentan los padres de familia, por lo que urge que se sienten a platicar con sus hijos, consideró ayer la especialista en educación sexual Martha Alicia González.

¿Qué temas hay que tratar? El noviazgo, las relaciones sexuales, las enfermedades de transmisión sexual, los embarazos no deseados y la anticoncepción, señaló González, al abrir con su charla el Octavo Simposio sobre Adolescencia "Sexualidad", organizado por el Programa Universitario de Salud de la UANL.

"Para mí, los padres deben conocer el desarrollo psicosexual, las infecciones de trasmisión sexual, el noviazgo, la violencia familiar", dijo la especialista de la Clínica de Atención Integral para Adolescentes y Jóvenes de la Máxima Casa de Estudios.
"No queremos que los padres se vuelvan expertos, sino que conozcan los riesgos para identificar cuando su hijo o hija estén en situación de riesgo".

En su charla "La educación sexual en el hogar", González comentó que aunque la sexualidad es un tema que se puede abordar en cualquier momento, es a partir de la pubertad cuando los papás deben fortalecer el diálogo con sus hijos.

"Que esta comunicación se dé de manera asertiva y no se quede de manera superficial. La etapa más trascendente de los adolescentes es cuando inician la pubertad y están en los primeros años de secundaria", dijo.

Ante más de 200 especialistas y jóvenes reunidos en la Biblioteca Magna de la UANL, González pidió a los padres de familia prestar atención y preocupación a la educación sexual de sus hijos más que en la escolar.

Para ello y ante la falta de una guía perfecta para hablarle a los hijos sobre su sexualidad, cada padre deberá orientarlo de acuerdo con sus valores familiares, señaló.

Y si los padres deben abordar el tema y sienten que no pueden, que no tengan miedo en pedir ayuda a los expertos, comentó Juan Luis Álvarez-Gayou, fundador del Instituto Mexicano de Sexología.

"(Los padres con hijos adolescentes) se están enfrentando a un monstruo de la Laguna Negra que está protestando con todo lo que ve de frente, porque se está afirmando a sí mismo, pero hay que sentarse a platicar con ese monstruo", dijo.
Hay motivos para preocuparse. Durante la inauguración del simposio, Ricardo Huerta, subsecretario de Prevención y Control de Enfermedades de la Secretaría de Salud en Nuevo León, señaló que en la entidad existe entre un 25 y 28 por ciento de embarazos adolescentes.

¿Quién educa a los hijos?

Más que los padres de familia o los maestros, los creadores de la pornografía son los que están "educando" a los niños sobre su sexualidad, afirmó Álvarez-Gayou.

Y es que los niños y jóvenes la tienen a su alcance no sólo en internet o en la televisión, sino en las revistas y películas que compran sus propios papás, dijo el psiquiatra y especialista en sexología educativa durante la charla "La importancia de la educación de la sexualidad profesional en México".

"Los papás dicen 'esto que lo haga la escuela' y la escuela dice que 'yo no sé qué hacer con esto', entonces ¿quién está educando a los niños y a las niñas hoy en día? Los pornógrafos, todos los niños y niñas han visto pornografía", dijo.

Comentó que en charlas que ha tenido con los jóvenes éstos le han revelado que la pornografía la consiguen en su propia casa, ya que sus padres la compran.

Lo preocupante es que la pornografía no cumple con la función de educar sobre la sexualidad porque le quita su carácter afectivo y emocional, reduciéndola al plano genital.

"No es buena ni mala, sino que genitaliza la sexualidad, entonces los niños están recibiendo un mensaje que exclusivamente genitaliza la sexualidad y le quita todo los aspectos afectivos, emocionales que un educador profesional podría darle. (Definitivamente) no es el mejor de los maestros".

El simposio continúa hoy, a partir de las 9:00 horas, en el recinto universitario, con temas sobre elección de pareja y violencia en el noviazgo, además de talleres sobre las emociones de las mujeres y hombres jóvenes, y la comunidad y asertividad en la pareja.

Las conferencias son gratuitas. Los talleres cuestan 200 pesos.


Que no te dé miedo despejar las dudas

Los especialistas participantes en el simposio te orientan sobre cómo abordar la sexualidad con tus hijos:

- No te espantes, pues todos los papás se enfrentan al mismo reto que tú.

- Aprovecha los momentos en que tu hijo te pregunte sobre un tema o hace un comentario para despejarle las dudas.

- Háblale de lo que piensas sobre el tema, comparte tu experiencia y recuérdale los valores familiares que le has enseñado.

- Muestra el lado positivo de las cosas, trata de no infundirle temor y oriéntalo de todo lo que le puede pasar.

- Procura hablar en forma individual con cada hijo, ya que cada uno tiene sus propias necesidades.

- Evita los sermones y las amenazas de que si no cumple con lo que dices le va a pasar lo que a otros.

- Si ves que el tema se te complica, acude con un orientador sexual o psicólogo o inscríbete a una escuela de padres.

- Busca literatura sobre el tema.


Notas Periodísticas sobre el tema... la número uno

Nota aparecida en el periódico El Norte, el 21 de mayo 2005

Llevan a prepa la salud sexual
Por Jessica Castañeda


Nada más inició el taller de colocación del condón y los estudiantes de la Preparatoria Técnica Álvaro Obregón, Unidad Tres Caminos, se arremolinaron alrededor de la mesa.

Ahí, una trabajadora social colocó varias bases de madera frente a quienes les tocó sentarse primero y comenzó la explicación utilizando un pene de plástico.

Algunos chavos se mostraron un poco apenados y rieron, pero de inmediato se pusieron serios, hicieron preguntas y recibieron algunos preservativos que podrían salvar sus vidas dentro de la Feria de Salud Sexual.

La actividad, que ya se realizó en el Tec de Nuevo León, fue organizada por un comité interinstitucional formado por el Programa Universitario de Salud de la UANL, la Secretaría de Salud Estatal, el IMSS, y la Secretaría de Salud de Guadalupe.

"La mayoría de los chavos de mi edad tiene actividad sexual, y mis amigas algunas usan condón y otras no, de hecho aquí andan algunas en el taller", dijo Sandra, de 17 años, luego de su intento por colocar un preservativo sobre la base de madera.

Ulises, de 15 años, aseguró que no todos los chavos saben cómo usarlo y que muchos otros no quieren.

"No es un juego, realmente el sida es una gran epidemia", dijo Ricardo Huerta, Subsecretario de Prevención y Control de Enfermedades, "hemos visto que las estadísticas están aumentando y desgraciadamente se están infectando alrededor de la edad de ustedes".

Otros stands ofrecieron información sobre enfermedades de transmisión sexual, la prueba del sida, embarazo no planeado, mitos sobre la sexualidad, películas y un tendedero de ideas sobre la sexualidad en la adolescencia.

Más información sobre la feria en el teléfono 8333-1755 o visitar la página www.adolescencia.uanl.mx

Monday, July 24, 2006

Bitacora 8 del Blitz de NGS


Pues resulta que me fui a Culiacán a un curso y por supuesto me llevé unas pocas copias de mi libro de NGS.

El resultado fue como sigue.

Detecté que necesito a fuerza un interlocutor de confianza y de calidad que me lleve a las audiencias y auditorios con la fuerza que da la confianza.

Digo, el tema ya se sabe, no es sencillo. Se trata de un libro que habla de conducta sexual, de conducta de género, de reflexiones acerca de una ventaja supuesta a favor de los hombres, y bueno, la cosa no es fácil. De cualquier manera pude colocar dos libros, uno a un amigo que hice en el curso y otro a otra amiga.

Pero lo interesante es que en las conversaciones que sostuve surgen más preguntas. Si se quiere sí, del mismo tema, “de cómo somos los hombres”, pero en ciertos momentos, por las miradas que encierran secretos, que son las que yo percibí, las preguntas más dolorosas son las que no se dicen, y tienen que ver con “¿porqué son los hombres así?”

Y ahí hay más temas de qué escribir.

Ahí reside mucho del dolor de las mujeres y yo insisto, es ahí donde debo de buscar, si no soluciones, al menos si reflexiones en el asunto. Por eso, las mujeres que están con problemas no tienen salida, bueno, siempre pienso que sí las hay, sólo con que aprendas a ceder algo de su lado, ya sea satisfactor y deseo de no perder o deseo de no sufrir. Si ceden en eso, es posible que salgan del problema, o esperar a que pase el tiempo y en ese pasar que no se las coma.

Yo no sé, si porque soy atípico, ignoro si las mujeres recurren, y piensan, que pueden encontrar soluciones a problemas complejos en un escrito o en una columna de periódico. Pero bueno, a mi no me debe de interesar si mi intención es escribir de ese asunto. Y si mi intención es dar luz acerca del tema. De este tema.

Me pasaron más correos, pero los voy a dejar pendientes por un rato, ya que me concentraré en depurar mi lista normal de 2200 personas, para ver que más información me puede servir para mejorar mi mensaje.

Tengo un amigo que me dice que estoy mal en el enfoque, en el mensaje y demás, pero no me apura mucho. El experimento lo hice y como siempre, si los experimentos no te dan para resolver un problema práctico, por lo menos en cuanto a reflexión cuánto no te dejan...

El detalle es que sigo vendiendo poco a poco libros.

¿Ya comenté que fui a una estética –donde me corto el pelo- a dejar un libro para ver que pasa?

Eso fue hace dos semanas. De hecho tengo que volver a ver que les pareció a las dueñas, el problema es que todavía no armo en mi mente la siguiente estrategia... ¿Dejo mas libros o imprimo volantes con mis datos, o qué?

Bueno, experimentos son experimentos. Ya iré encontrando la hebra correcta depurando el asunto poco a poco.

Ahora estoy esperando a que las escuelas entren de nuevo para empezar a estirar músculos en el tema de las conferencias para ver que rollo en si podría dar alguna de estas en alguna institución.

El punto es que se plantee un esquema que agrade a todos. Al público, a los de la institución, y ah, a mí.

Seguimos informando.

Thursday, June 29, 2006

CHAPTER III. DE LAS CONSECUENCIAS EXAGERADAS DE NO HACER CASO A LA INFORMACION

En el norte de México, muchos lectores y lectoras recordarán, sucedió un crimen horrendo y que llamó la atención, usual como son los crímenes inusuales, de una atención inaudita.

Yo viví en Cumbres y ahora se me hacía más sencillo decir donde se localizaba mi casa en Monterrey, sólo tenía que mencionar casualmente que yo vivía en esa zona, “ah, donde vivía el asesino de Cumbres...”. Sí, pero el vivía en el segundo sector y yo en el primero (sólo queda decir que Cumbres de Monterrey es una zona donde viven quinientos mil habitantes).

El punto es que la pregunta que más salió en ese entonces fue, ¿cómo la chica no se dio cuenta de las intenciones del tipo? Según reportes, ella ya había dado cuenta de que el era posesivo, impositivo, manipulador, en fin, características que después de los hechos poco importan realmente.

Ahí es donde reside el quid de la cuestión. ¿Cómo saber que un tipo puede ser así? ¿Cómo saber que una persona puede resultar en algo tan descabellado como el tipo ese?

Es claro, no todos los tipos manipuladores, o posesivos, impositivos, de carácter voluble terminan siendo asesinos de infantes. Pero no podemos negar que muchos casos de violencia intrafamiliar, por decir algo, provienen de personas que de alguna manera u otra escondían en su carácter rasgos que mostraban esa proclividad.

Nuestras Guerras Secretas no aspira a que las mujeres después de que lo lean, ya sepan como reconocer un hombre. Más bien, en medio de sus páginas, el libro lo que desea es dejar en claro la necesidad de parte de las mujeres de que sepan LEER al hombre, no en sus intenciones solamente, esas pueden cambiar con el paso del tiempo, sino que puedan con anticipación que deben de estar cercanos a lo que el hombre les dice, les promete, les propone, les ofrece.

Nuestras Guerras Secretas nació con la idea de que hay información disponible afuera en el ambiente para la que quiera leerla, escucharla, para no tomar malas decisiones.

No todos los hombres somos del tipo asesino. No todos los hombres somos del tipo esquizoides.

Pero yo escuché a un tipo. Decir “Yo a las viejas, como si fueran frutas, las muerdo y las escupo”. Y otro tipo dijo: “Con las viejas la cosa es así: detrás de la confianza, entra la verga”. (Sí, suena de pésimo gusto). Y otro más dijo: “Cuando una vieja empieza a ponerse más insistente o cuando de plano me cansé de ella, sólo le digo, “¿Qué crees? Mi esposa ya me pidió volver y pues, yo por los niños...”.

Los tonos en los que me decían lo anterior eran de risa y de burla.

Y en el hipotético caso, o más bien, bíblico caso de la famosa parábola del Samaritano: Esa que habían golpeado unos bandidos a un tipo y que pasaron tres personas, un fariseo, un sacerdote y un Samaritano, jurado enemigo del grupo étnico del tipo. El único que se detuvo fue este último. La parábola va por el lado de que el prójimo es quién sufre.

Aquí no es tanto así, pero sin embargo sí representa el punto. Tengo hija, tengo hermana. Tuve y tengo amigas. Son mujeres que de muchas maneras no le tienen miedo al mundo. Saben que el mundo no es suave ni terso, bien lo saben. Saben que en este mundo se viene a sufrir. Pero, digo yo, si ya con los problemas normales de todo tipo de ámbitos, se les aparecen perros infelices como los anteriores disfrazados de buenos amigos, pues aquí ya tenemos un serio problema.

Y el problema de no leer bien a los hombres es muy claro.

Si te llevas bien con él, ya la hiciste, felicitaciones.

Si no te llevas bien con él y prosigues la vida junto con él, una mala relación puede llevarte al embarazo no desead, a la violencia intrafamiliar, a incluso el divorcio.

Todo lo anterior son casos de todos los días.

Pero, supongamos, sólo supongamos, ¿y si hubiera habido más información? ¿Si la mujer hubiera sabido más del hombre? ¿Si hubiera sabido como se comporta? ¿Si se hubiera imaginado que es lo que buscaba?

Claro, de nuevo el punto, hay de hombres a hombres. Los que viven un noviazgo lleno y pleno, los que viven un matrimonio con problemas como todos, pero con la firme convicción de que no sólo lo hacen por los hijos, sino porque están compenetrados y porque están mejor juntos que separados.

Y no que sean de hierro, esas mujeres o esos hombres, sino que son de carne y hueso, y saben que las tentaciones de la vida están para repelerse ultimadamente.

Las reglas no son estrictas en ningún ámbito humano. Siempre están sus factores atenuantes, o los que son los que empeoran la situación. Siempre hay una flexibilidad en todo esto. Nada es verdad. Nada es mentira. Todo es relativo y depende de quien juzgue.

Los tiempos también cambian.

Saber más del hombre ayuda a la mujer a que si las reglas son claras, ella sabrá si le entra o no al juego.

O a la guerra.

Una cosa es que se sepan las reglas y otra es que no se les diga. La omisión de los hechos no exime de culpabilidad.

Pero también escuché una vez a un cuate estaba en lado gris de la ley, o sea que andaba con una movida, y que decía: “A mí, cuando una mujer de estas me dice que me quiere o que me ama, la mando a la chingada”: (Perdón, pero así decía). Esto se dice con la máxima frialdad. Como si el que la mujer le hubiera dicho eso hubiera sido una ofensa. Le pregunté porqué y me respondió: “¡Nombre! ¿Te imaginas? Al rato va a querer hablar a mi casa”. Y eso no se vale, me imagino.

No todos los hombres seremos asesinos. Ahí del tipo se decía que sólo quería volver con ella. Y que ella no quería. Por eso la quiso matar. Los niños murieron sólo por haber estado ahí. De manera más fría, pues, si es que puede decirse así.

Pero fuera de este extremo tan violento y mortal, ¿dónde quedan los demás casos? ¿Los de la violencia intrafamiliar ya mencionada por decir un ejemplo?

Aún y que el libro 1 no toca el tema ni de manera tangencial, lo que se trata de afirmar y de reforzar en la mujer es la idea de que elegir compañero, ya sea novio o marido, no es cualquier cosa.

La persona que creíste conocer toda la vida puede expresar no exactamente sus intenciones, sino su manera de ver la vida, en la que un golpe, ¿qué es un golpe, dirán?

Hay personas que afirman que si no hay golpes en un matrimonio no es amor del bueno. Que sólo pegando se demuestra el verdadero amor. Desconozco las raíces de esa falsa creencia.

Había una frase que me comentaba de broma una amiga que decía: “Pégame donde quieras, pégame en los hombros, en la cabeza, en la cara, pero no me pegues en la boca sino con qué te beso”. Era broma supuestamente, pero siempre me quedé con la duda... ¿era una canción? ¿era una frase? ¿o era una parodia o exageración?

“¿Él era bueno en el noviazgo y luego en el matrimonio se descompuso”? No sé como se resuelva eso. No sé que miles de factores impidieron ver la verdadera naturaleza de ese tipo de hombres de los que todos hemos escuchado.

No sé si LEER a un hombre de manera correcta pudo haber impedido un mal matrimonio.

No sé si el sexo (y obvio, hablo del prematrimonial) trastocó los valores reales.

Porque también he escuchado: “Lo trae bien clavado esa vieja”. “Ha de hacerle excelentes trabajos”. Eso de hombres. Entre mujeres no he escuchado algo similar. Pertenece eso al submundo de información que uno como hombre jamás escucha.

Quizá el sexo estorba aquí porque sucede que hay personas que sí son excelentes parejas en lo sexual, pero en lo emocional son deficientes. Pero con eso de que “las reconciliaciones son riquísimas”, pareciera que las personas sólo quisieran broncas para llegar a las reconciliaciones, por más destructivas que hayan sido esas broncas.

Quizá la mujer se cegó en que el hombre venía como un verdadero príncipe en su corcel, quizá ella tenía una vida familiar con sus padres tirante y difícil y el Príncipe llegó con un boleto a Felicilandia. Y ella creyó de buena manera. Y quizá el tenía buena intención. Pero eso no basta.

Y tantos y tantos casos más.

No es el hombre el único culpable. La mujer, obvio, es perfectamente capaz de matar y de causar daño, pero en este libro 2 me estoy enfocando exclusivamente a la Mujer.

Los lectores que lean esto, bueno, ya lo he puesto antes, que les siga siendo leve.

¿Qué dije al principio? Cada cabeza es un mundo y cada cabeza es una barbacoa.

Este libro y el anterior no pretende cambiar el mundo, pero uno nunca sabe si la información a tiempo te haga pensar.

Si te dijeran que un huracán como Katrina fuera a pegar en nueva Orleáns los últimos de agosto de 2005, ¿írias? Quizá el huracán te llegó de repente. ¡Sorpresa, la tragedia te envolvió!

Pero no te hubieran caído mal unas buenas dosis de información unos días antes, ¿no?

Esto es lo que es este libro. Unas buenas dosis de información.

CHAPTER II. LA VERDAD, ¿REALMENTE ESTÁ ALLA AFUERA?


Cada Persona es un Mundo, similar a la frase que dice que cada cabeza lo es. Por eso cada tragedia es personal y se vive en muchas ocasiones en soledad. Cada comedia también lo es, pero de alguna manera la sublimamos al colectivizarla, la tratamos de inmediato de comentar, de compartir. La tragedia no. Y como ya he dicho en el libro 1, las tragedias se manejan la mayoría, creemos, solas. Queremos evitar el reproche. Queremos evitar que nos hagan revisar conductas, que especulemos en lo que pudo haber pasado si nos hubiéramos informado mejor.

Todos haríamos lo mismo, querríamos evitar el regaño.

Y cuando van pasando los años las conversaciones, cuando se da la confianza, llegan a darse las pláticas de temas generales, que desembocan en temas particulares los cuales a su vez convergen en las historias personales. Ahí se escuchan los susurros, le pasó a alguien, le pasó a una amiga, me pasó a mí. Son las historias sentimentales nuestras. Las que se comentan, las que muchas duelen. De las que nadie muere, es verdad. Pero, ¡cómo duran en la memoria de las personas! Son las que forman la experiencia a la que se refería Wilde con su dicho de que “Experiencia es lo que llamamos a nuestros errores”.

Esto sucede con el paso del tiempo, esto sucede aún a la distancia. Son historias que se van guardando. Como ya mencioné que de repente uno escucha después, con los protagonistas cambiados. De alguna manera van llegando a lo mismo, a la confusión, a la decepción, al reproche interno.

Entonces llegamos a la siguiente premisa: Como hay muchos casos cerca, uno se autoinduce a pensar que hay muchos mas casos no tan cerca y muchísimos más, allá a lo lejos, de los cuales sería muy difícil que nos enteremos algún día.

Hombres y mujeres. Iguales pero diferentes. Con diferentes planteamientos, pero buscando cada quién su propio provecho, su propio felicidad, a través de los logros, a través de las recompensas justamente ganadas, a través de sus propios conceptos de lo que es bienestar, llámese reconocimiento, llámese beneficio económico, llámese tener una familia estable y contenta. Todo eso tiene sus relativismos, todo eso tiene sus fundamentos, y todo eso tiene sus justificantes y sus maneras de lograrlo.

Los tiempos cambian y las formas de lograr lo anterior también. Nos modernizamos en muchas instancias y en otras seguimos francamente igual.

Nos sentimos en la misma confusión. Buscamos información y en ocasión la que encontramos no nos basta. O la que encontramos no nos satisface, nos da mas confusión. Nunca encontramos lo que queremos. No sabemos si somos normales, no sabemos si lo que nos pasa cae dentro de la normalidad. No queremos sorpresas, mas que eso, queremos tranquilidad y saber que estamos dentro de la llamada “normalidad”.

Eventualmente esa confusión nos obliga a hacer algo: buscamos información a través de los medios de comunicación, en ocasión encontramos un buen artículo en un periódico y éste ya se perdió. En otros momentos vemos una mesa redonda en TV en canal Once y nos parece genial. A la semana no estamos seguros de cual fue su conclusión. Las mesas redondas cambian de tema día con día. En un mes olvidamos tema y conclusiones totalmente. En radio escuchamos consejos muy buenos, como realizados especialmente para uno y algunos, en base a repetición, se va quedando. Probablemente no cambió nuestro comportamiento o nuestras actitudes pero nos hizo pensar.

Concluimos que poco a poco las circunstancias cambian. Con el paso del tiempo alcanzamos a tener algo de más información, con eso se toman más decisiones.

Algunas son correctas. Algunas no.

Y sí, viéndolo bien, hay muchísima información allá afuera. Había, hay y habrá. “Las Mujeres son de Venus, los Hombres son de Marte” de John Gray (que una ocasión leí que se firma con un doctorado, así: “PhD. John Gray”, y que su doctorado lo consiguió, ¡por correspondencia!), “El Manual de la Perfecta Cabrona”, de Elizabeth Hilts, y un gran etcétera, cuestión de ir al Vips o al Sanborns en su sección de libros de superación o de automotivación. Yo no sé si las personas que lo leyeron sí lograron cambiaron, si las personas que lo leyeron dejaron de cometer errores, etc. No lo sé, la verdad.

Con la situación actual en momentos que escribo esto de que estoy buscando desvergonzadamente por Internet direcciones de personas a quien mandarles el libro 1, me he encontrado con lugares bastante interesantes. Ya hablé de la legitimidad de que promover mi libro a través de mensajes de correo no es enviar un spam propiamente.

No estoy vendiendo algo, etc. Estoy entregando un libro entero lleno de información. ¿A cambio de qué? A cambio de buena voluntad.

Bueno, el caso es que uno de esos lugares notables en Internet es uno dedicado al género femenino. Y tiene un foro de participación. Traen muchos temas en el cual las cibernautas, minimamente son los cibernautas, son las que exploran sus ideas, sus dudas, sus circunstancias, sus mismas pretensiones y deseos.

Se leen las preguntas, los comentarios. Como de alguna manera se percibe el verdadero sentir y su sinceridad, determinas que lo que lees es cierto. Puede que concluyas al llegar a determinado tema que, en estos tiempos y habiendo tanta información las personas siguen cometiendo errores. Bueno, eso es natural en cualquier caso. En el madurar se están tomando mil decisiones, no todas serán correctas.

Es mucho pedir acertar en una decisión cuando no se tiene toda la información.

Ya hablaremos de los foros mas adelante, sobre todo en lo que nos incumbe.

Volviendo.

La incertidumbre es la que nos rodea. No podemos controlar nuestras vidas, a lo que podemos aspirar es solamente a tener un cierto grado de certeza de que no nos equivocamos. Pero eso sólo estamos hablando de grados.

No equivale a poseer un verdadero control del ambiente que nos rodea.

· Te pueden despedir mañana.
· Tu candidato podrá perder la semana siguiente. O perdió.
· Tu equipo de fútbol fallará ese penal tan importante. O lo falló.
· Tu familiar se puede enfermar de algo que sea terrible. O se enfermó.

O

· Ganarás el Melate en cuatro aciertos.
· Ganaste un reproductor MP3 en la fiesta de la oficina.
· A tu amigo le dieron una beca para estudiar en España.
· Ascendieron en su trabajo a tu hermano.

Muchas de estas circunstancias son ligeras, otras triviales aunque nos parezcan muy importantes en ese instante en nuestras vidas; otras quedan en el área de lo trágico y otras en el área de lo genial.

Es la actitud de cada quien la que te lleva a reaccionar contra las mil posibilidades en contra. Y es la actitud de cada quien la que te lleva a estar alegre, contento o contenta y optimista.

Pero tomando la parte en contra, que forma parte de las mil vicisitudes de la vida, esa es la que te tiene que encontrar fuerte. A la vida, a lo que entendemos por vida no le interesa nuestro bienestar. A final de cuentas somos nosotros los que buscamos y muchas veces encontramos, ese bienestar en la vida. Lo hacemos a través de estudio, de actitud, de saber aprovechar las oportunidades, etcétera.

En muchas ocasiones también no sabemos que sucede alrededor y perdemos el control.

El control en el trabajo, el control en política, el control en nuestra salud, el control en las relaciones interpersonales.

No hay quien te pueda explicar del todo. Ni la religión, ni tus padres, ni tus mismos amigos, ni tus mentores, ni tus compañeros de escuela o de trabajo.

La gente recurre a los medios como ya dije, a los libros.

Y he aquí que en un momento determinado se llegue a la conclusión de que muchos de los libros que están allá afuera no satisfacen las expectativas de las personas.

Las personas de cierta manera TIENEN PREGUNTAS y buscan en la vida ALGO QUE SE LAS RESPONDA.

La gente allá afuera normalmente no tiene respuestas. Tiene algunas tal vez. Nunca tenemos TODAS las respuestas, me incluyo.

Buscamos en todas partes, con amigos, con la religión, en el horóscopo, con las adivinas, en las películas, en las telenovelas. Se dice mucho que la conducta de las personas la sacan de los medios, de su artista favorito o favorita, de su líder, de su cantante de moda.

Buscamos modelos de personas que admiramos para poder de ahí obtener modelos de conducta. Buscamos discretamente nuestra historia en las historias de otras personas. A veces las encontramos, a veces, las mas, no.

Eso no es error de nuestra parte o problema de carácter. Más bien es que no sabemos hasta muy tarde que no hay respuestas fáciles. Por eso incluso la gente cae en extremos (esa gente no lo ve así, tal vez piense que incluso es sólo un modo más de obtener información) la lectura de cartas y demás opciones de lo “oscuro” y “paranormal”. Es de lo más sencillo e instantáneo obtener las respuestas de esa manera.

Algo más caro, claro.

Es una más de las manifestaciones de la Ley del Menor Esfuerzo de la que ya hablaremos y de la que ya hemos hablado.