Thursday, June 29, 2006

CHAPTER III. DE LAS CONSECUENCIAS EXAGERADAS DE NO HACER CASO A LA INFORMACION

En el norte de México, muchos lectores y lectoras recordarán, sucedió un crimen horrendo y que llamó la atención, usual como son los crímenes inusuales, de una atención inaudita.

Yo viví en Cumbres y ahora se me hacía más sencillo decir donde se localizaba mi casa en Monterrey, sólo tenía que mencionar casualmente que yo vivía en esa zona, “ah, donde vivía el asesino de Cumbres...”. Sí, pero el vivía en el segundo sector y yo en el primero (sólo queda decir que Cumbres de Monterrey es una zona donde viven quinientos mil habitantes).

El punto es que la pregunta que más salió en ese entonces fue, ¿cómo la chica no se dio cuenta de las intenciones del tipo? Según reportes, ella ya había dado cuenta de que el era posesivo, impositivo, manipulador, en fin, características que después de los hechos poco importan realmente.

Ahí es donde reside el quid de la cuestión. ¿Cómo saber que un tipo puede ser así? ¿Cómo saber que una persona puede resultar en algo tan descabellado como el tipo ese?

Es claro, no todos los tipos manipuladores, o posesivos, impositivos, de carácter voluble terminan siendo asesinos de infantes. Pero no podemos negar que muchos casos de violencia intrafamiliar, por decir algo, provienen de personas que de alguna manera u otra escondían en su carácter rasgos que mostraban esa proclividad.

Nuestras Guerras Secretas no aspira a que las mujeres después de que lo lean, ya sepan como reconocer un hombre. Más bien, en medio de sus páginas, el libro lo que desea es dejar en claro la necesidad de parte de las mujeres de que sepan LEER al hombre, no en sus intenciones solamente, esas pueden cambiar con el paso del tiempo, sino que puedan con anticipación que deben de estar cercanos a lo que el hombre les dice, les promete, les propone, les ofrece.

Nuestras Guerras Secretas nació con la idea de que hay información disponible afuera en el ambiente para la que quiera leerla, escucharla, para no tomar malas decisiones.

No todos los hombres somos del tipo asesino. No todos los hombres somos del tipo esquizoides.

Pero yo escuché a un tipo. Decir “Yo a las viejas, como si fueran frutas, las muerdo y las escupo”. Y otro tipo dijo: “Con las viejas la cosa es así: detrás de la confianza, entra la verga”. (Sí, suena de pésimo gusto). Y otro más dijo: “Cuando una vieja empieza a ponerse más insistente o cuando de plano me cansé de ella, sólo le digo, “¿Qué crees? Mi esposa ya me pidió volver y pues, yo por los niños...”.

Los tonos en los que me decían lo anterior eran de risa y de burla.

Y en el hipotético caso, o más bien, bíblico caso de la famosa parábola del Samaritano: Esa que habían golpeado unos bandidos a un tipo y que pasaron tres personas, un fariseo, un sacerdote y un Samaritano, jurado enemigo del grupo étnico del tipo. El único que se detuvo fue este último. La parábola va por el lado de que el prójimo es quién sufre.

Aquí no es tanto así, pero sin embargo sí representa el punto. Tengo hija, tengo hermana. Tuve y tengo amigas. Son mujeres que de muchas maneras no le tienen miedo al mundo. Saben que el mundo no es suave ni terso, bien lo saben. Saben que en este mundo se viene a sufrir. Pero, digo yo, si ya con los problemas normales de todo tipo de ámbitos, se les aparecen perros infelices como los anteriores disfrazados de buenos amigos, pues aquí ya tenemos un serio problema.

Y el problema de no leer bien a los hombres es muy claro.

Si te llevas bien con él, ya la hiciste, felicitaciones.

Si no te llevas bien con él y prosigues la vida junto con él, una mala relación puede llevarte al embarazo no desead, a la violencia intrafamiliar, a incluso el divorcio.

Todo lo anterior son casos de todos los días.

Pero, supongamos, sólo supongamos, ¿y si hubiera habido más información? ¿Si la mujer hubiera sabido más del hombre? ¿Si hubiera sabido como se comporta? ¿Si se hubiera imaginado que es lo que buscaba?

Claro, de nuevo el punto, hay de hombres a hombres. Los que viven un noviazgo lleno y pleno, los que viven un matrimonio con problemas como todos, pero con la firme convicción de que no sólo lo hacen por los hijos, sino porque están compenetrados y porque están mejor juntos que separados.

Y no que sean de hierro, esas mujeres o esos hombres, sino que son de carne y hueso, y saben que las tentaciones de la vida están para repelerse ultimadamente.

Las reglas no son estrictas en ningún ámbito humano. Siempre están sus factores atenuantes, o los que son los que empeoran la situación. Siempre hay una flexibilidad en todo esto. Nada es verdad. Nada es mentira. Todo es relativo y depende de quien juzgue.

Los tiempos también cambian.

Saber más del hombre ayuda a la mujer a que si las reglas son claras, ella sabrá si le entra o no al juego.

O a la guerra.

Una cosa es que se sepan las reglas y otra es que no se les diga. La omisión de los hechos no exime de culpabilidad.

Pero también escuché una vez a un cuate estaba en lado gris de la ley, o sea que andaba con una movida, y que decía: “A mí, cuando una mujer de estas me dice que me quiere o que me ama, la mando a la chingada”: (Perdón, pero así decía). Esto se dice con la máxima frialdad. Como si el que la mujer le hubiera dicho eso hubiera sido una ofensa. Le pregunté porqué y me respondió: “¡Nombre! ¿Te imaginas? Al rato va a querer hablar a mi casa”. Y eso no se vale, me imagino.

No todos los hombres seremos asesinos. Ahí del tipo se decía que sólo quería volver con ella. Y que ella no quería. Por eso la quiso matar. Los niños murieron sólo por haber estado ahí. De manera más fría, pues, si es que puede decirse así.

Pero fuera de este extremo tan violento y mortal, ¿dónde quedan los demás casos? ¿Los de la violencia intrafamiliar ya mencionada por decir un ejemplo?

Aún y que el libro 1 no toca el tema ni de manera tangencial, lo que se trata de afirmar y de reforzar en la mujer es la idea de que elegir compañero, ya sea novio o marido, no es cualquier cosa.

La persona que creíste conocer toda la vida puede expresar no exactamente sus intenciones, sino su manera de ver la vida, en la que un golpe, ¿qué es un golpe, dirán?

Hay personas que afirman que si no hay golpes en un matrimonio no es amor del bueno. Que sólo pegando se demuestra el verdadero amor. Desconozco las raíces de esa falsa creencia.

Había una frase que me comentaba de broma una amiga que decía: “Pégame donde quieras, pégame en los hombros, en la cabeza, en la cara, pero no me pegues en la boca sino con qué te beso”. Era broma supuestamente, pero siempre me quedé con la duda... ¿era una canción? ¿era una frase? ¿o era una parodia o exageración?

“¿Él era bueno en el noviazgo y luego en el matrimonio se descompuso”? No sé como se resuelva eso. No sé que miles de factores impidieron ver la verdadera naturaleza de ese tipo de hombres de los que todos hemos escuchado.

No sé si LEER a un hombre de manera correcta pudo haber impedido un mal matrimonio.

No sé si el sexo (y obvio, hablo del prematrimonial) trastocó los valores reales.

Porque también he escuchado: “Lo trae bien clavado esa vieja”. “Ha de hacerle excelentes trabajos”. Eso de hombres. Entre mujeres no he escuchado algo similar. Pertenece eso al submundo de información que uno como hombre jamás escucha.

Quizá el sexo estorba aquí porque sucede que hay personas que sí son excelentes parejas en lo sexual, pero en lo emocional son deficientes. Pero con eso de que “las reconciliaciones son riquísimas”, pareciera que las personas sólo quisieran broncas para llegar a las reconciliaciones, por más destructivas que hayan sido esas broncas.

Quizá la mujer se cegó en que el hombre venía como un verdadero príncipe en su corcel, quizá ella tenía una vida familiar con sus padres tirante y difícil y el Príncipe llegó con un boleto a Felicilandia. Y ella creyó de buena manera. Y quizá el tenía buena intención. Pero eso no basta.

Y tantos y tantos casos más.

No es el hombre el único culpable. La mujer, obvio, es perfectamente capaz de matar y de causar daño, pero en este libro 2 me estoy enfocando exclusivamente a la Mujer.

Los lectores que lean esto, bueno, ya lo he puesto antes, que les siga siendo leve.

¿Qué dije al principio? Cada cabeza es un mundo y cada cabeza es una barbacoa.

Este libro y el anterior no pretende cambiar el mundo, pero uno nunca sabe si la información a tiempo te haga pensar.

Si te dijeran que un huracán como Katrina fuera a pegar en nueva Orleáns los últimos de agosto de 2005, ¿írias? Quizá el huracán te llegó de repente. ¡Sorpresa, la tragedia te envolvió!

Pero no te hubieran caído mal unas buenas dosis de información unos días antes, ¿no?

Esto es lo que es este libro. Unas buenas dosis de información.

CHAPTER II. LA VERDAD, ¿REALMENTE ESTÁ ALLA AFUERA?


Cada Persona es un Mundo, similar a la frase que dice que cada cabeza lo es. Por eso cada tragedia es personal y se vive en muchas ocasiones en soledad. Cada comedia también lo es, pero de alguna manera la sublimamos al colectivizarla, la tratamos de inmediato de comentar, de compartir. La tragedia no. Y como ya he dicho en el libro 1, las tragedias se manejan la mayoría, creemos, solas. Queremos evitar el reproche. Queremos evitar que nos hagan revisar conductas, que especulemos en lo que pudo haber pasado si nos hubiéramos informado mejor.

Todos haríamos lo mismo, querríamos evitar el regaño.

Y cuando van pasando los años las conversaciones, cuando se da la confianza, llegan a darse las pláticas de temas generales, que desembocan en temas particulares los cuales a su vez convergen en las historias personales. Ahí se escuchan los susurros, le pasó a alguien, le pasó a una amiga, me pasó a mí. Son las historias sentimentales nuestras. Las que se comentan, las que muchas duelen. De las que nadie muere, es verdad. Pero, ¡cómo duran en la memoria de las personas! Son las que forman la experiencia a la que se refería Wilde con su dicho de que “Experiencia es lo que llamamos a nuestros errores”.

Esto sucede con el paso del tiempo, esto sucede aún a la distancia. Son historias que se van guardando. Como ya mencioné que de repente uno escucha después, con los protagonistas cambiados. De alguna manera van llegando a lo mismo, a la confusión, a la decepción, al reproche interno.

Entonces llegamos a la siguiente premisa: Como hay muchos casos cerca, uno se autoinduce a pensar que hay muchos mas casos no tan cerca y muchísimos más, allá a lo lejos, de los cuales sería muy difícil que nos enteremos algún día.

Hombres y mujeres. Iguales pero diferentes. Con diferentes planteamientos, pero buscando cada quién su propio provecho, su propio felicidad, a través de los logros, a través de las recompensas justamente ganadas, a través de sus propios conceptos de lo que es bienestar, llámese reconocimiento, llámese beneficio económico, llámese tener una familia estable y contenta. Todo eso tiene sus relativismos, todo eso tiene sus fundamentos, y todo eso tiene sus justificantes y sus maneras de lograrlo.

Los tiempos cambian y las formas de lograr lo anterior también. Nos modernizamos en muchas instancias y en otras seguimos francamente igual.

Nos sentimos en la misma confusión. Buscamos información y en ocasión la que encontramos no nos basta. O la que encontramos no nos satisface, nos da mas confusión. Nunca encontramos lo que queremos. No sabemos si somos normales, no sabemos si lo que nos pasa cae dentro de la normalidad. No queremos sorpresas, mas que eso, queremos tranquilidad y saber que estamos dentro de la llamada “normalidad”.

Eventualmente esa confusión nos obliga a hacer algo: buscamos información a través de los medios de comunicación, en ocasión encontramos un buen artículo en un periódico y éste ya se perdió. En otros momentos vemos una mesa redonda en TV en canal Once y nos parece genial. A la semana no estamos seguros de cual fue su conclusión. Las mesas redondas cambian de tema día con día. En un mes olvidamos tema y conclusiones totalmente. En radio escuchamos consejos muy buenos, como realizados especialmente para uno y algunos, en base a repetición, se va quedando. Probablemente no cambió nuestro comportamiento o nuestras actitudes pero nos hizo pensar.

Concluimos que poco a poco las circunstancias cambian. Con el paso del tiempo alcanzamos a tener algo de más información, con eso se toman más decisiones.

Algunas son correctas. Algunas no.

Y sí, viéndolo bien, hay muchísima información allá afuera. Había, hay y habrá. “Las Mujeres son de Venus, los Hombres son de Marte” de John Gray (que una ocasión leí que se firma con un doctorado, así: “PhD. John Gray”, y que su doctorado lo consiguió, ¡por correspondencia!), “El Manual de la Perfecta Cabrona”, de Elizabeth Hilts, y un gran etcétera, cuestión de ir al Vips o al Sanborns en su sección de libros de superación o de automotivación. Yo no sé si las personas que lo leyeron sí lograron cambiaron, si las personas que lo leyeron dejaron de cometer errores, etc. No lo sé, la verdad.

Con la situación actual en momentos que escribo esto de que estoy buscando desvergonzadamente por Internet direcciones de personas a quien mandarles el libro 1, me he encontrado con lugares bastante interesantes. Ya hablé de la legitimidad de que promover mi libro a través de mensajes de correo no es enviar un spam propiamente.

No estoy vendiendo algo, etc. Estoy entregando un libro entero lleno de información. ¿A cambio de qué? A cambio de buena voluntad.

Bueno, el caso es que uno de esos lugares notables en Internet es uno dedicado al género femenino. Y tiene un foro de participación. Traen muchos temas en el cual las cibernautas, minimamente son los cibernautas, son las que exploran sus ideas, sus dudas, sus circunstancias, sus mismas pretensiones y deseos.

Se leen las preguntas, los comentarios. Como de alguna manera se percibe el verdadero sentir y su sinceridad, determinas que lo que lees es cierto. Puede que concluyas al llegar a determinado tema que, en estos tiempos y habiendo tanta información las personas siguen cometiendo errores. Bueno, eso es natural en cualquier caso. En el madurar se están tomando mil decisiones, no todas serán correctas.

Es mucho pedir acertar en una decisión cuando no se tiene toda la información.

Ya hablaremos de los foros mas adelante, sobre todo en lo que nos incumbe.

Volviendo.

La incertidumbre es la que nos rodea. No podemos controlar nuestras vidas, a lo que podemos aspirar es solamente a tener un cierto grado de certeza de que no nos equivocamos. Pero eso sólo estamos hablando de grados.

No equivale a poseer un verdadero control del ambiente que nos rodea.

· Te pueden despedir mañana.
· Tu candidato podrá perder la semana siguiente. O perdió.
· Tu equipo de fútbol fallará ese penal tan importante. O lo falló.
· Tu familiar se puede enfermar de algo que sea terrible. O se enfermó.

O

· Ganarás el Melate en cuatro aciertos.
· Ganaste un reproductor MP3 en la fiesta de la oficina.
· A tu amigo le dieron una beca para estudiar en España.
· Ascendieron en su trabajo a tu hermano.

Muchas de estas circunstancias son ligeras, otras triviales aunque nos parezcan muy importantes en ese instante en nuestras vidas; otras quedan en el área de lo trágico y otras en el área de lo genial.

Es la actitud de cada quien la que te lleva a reaccionar contra las mil posibilidades en contra. Y es la actitud de cada quien la que te lleva a estar alegre, contento o contenta y optimista.

Pero tomando la parte en contra, que forma parte de las mil vicisitudes de la vida, esa es la que te tiene que encontrar fuerte. A la vida, a lo que entendemos por vida no le interesa nuestro bienestar. A final de cuentas somos nosotros los que buscamos y muchas veces encontramos, ese bienestar en la vida. Lo hacemos a través de estudio, de actitud, de saber aprovechar las oportunidades, etcétera.

En muchas ocasiones también no sabemos que sucede alrededor y perdemos el control.

El control en el trabajo, el control en política, el control en nuestra salud, el control en las relaciones interpersonales.

No hay quien te pueda explicar del todo. Ni la religión, ni tus padres, ni tus mismos amigos, ni tus mentores, ni tus compañeros de escuela o de trabajo.

La gente recurre a los medios como ya dije, a los libros.

Y he aquí que en un momento determinado se llegue a la conclusión de que muchos de los libros que están allá afuera no satisfacen las expectativas de las personas.

Las personas de cierta manera TIENEN PREGUNTAS y buscan en la vida ALGO QUE SE LAS RESPONDA.

La gente allá afuera normalmente no tiene respuestas. Tiene algunas tal vez. Nunca tenemos TODAS las respuestas, me incluyo.

Buscamos en todas partes, con amigos, con la religión, en el horóscopo, con las adivinas, en las películas, en las telenovelas. Se dice mucho que la conducta de las personas la sacan de los medios, de su artista favorito o favorita, de su líder, de su cantante de moda.

Buscamos modelos de personas que admiramos para poder de ahí obtener modelos de conducta. Buscamos discretamente nuestra historia en las historias de otras personas. A veces las encontramos, a veces, las mas, no.

Eso no es error de nuestra parte o problema de carácter. Más bien es que no sabemos hasta muy tarde que no hay respuestas fáciles. Por eso incluso la gente cae en extremos (esa gente no lo ve así, tal vez piense que incluso es sólo un modo más de obtener información) la lectura de cartas y demás opciones de lo “oscuro” y “paranormal”. Es de lo más sencillo e instantáneo obtener las respuestas de esa manera.

Algo más caro, claro.

Es una más de las manifestaciones de la Ley del Menor Esfuerzo de la que ya hablaremos y de la que ya hemos hablado.

Tuesday, June 27, 2006

CHAPTER I. DE GENERALIZACIONES Y DEL AMOR, PUES...

(si las cosas salen bien estructuradas, inspiradas y todo, hasta de aquí puede que salga el siguiente libro)



NUESTRAS GUERRAS SECRETAS empezó hace cuatro años a partir de descubrir un patrón de conducta. Ya muchas veces en muchas partes he hecho la declaración de que soy ingeniero de sistemas. Ya en muchas he hecho la declaración de que soy persona que tiene muchísimos intereses:, administración, mercadotecnia, literatura, escribir, radio, cine, ciencia, rock, tecnología, historia, conocimiento.

Después de haber participado en miles de conversaciones uno va descubriendo hilos del mismo color o de la misma textura, sobre todo si eres bueno, eso creo, en percibir ritmos no sólo en la forma de las conversaciones, sino, en el fondo de ellas.

Los hechos son los hechos. NUESTRAS GUERRAS SECRETAS habla de una manera que pueden decir que se acusa una tremenda generalización. Que si la mezclilla, que si el gansito Marinela, que si todos creemos merecer lo mejor. Que si usamos celular, que si las mujeres se pintan el pelo de cierto tono rojizo al llegar a cierta edad, que si los niños gustan de las caricaturas y de los videojuegos.

¡Caramba, hay megaindustrias basadas a partir de creer en esas generalizaciones!

Sólo es cuestión de aplicar las generalizaciones en el ámbito de las conversaciones, en las áreas de las relaciones interpersonales, en la esfera que abarque a los hombres y a las mujeres.

He hablado con mujeres jóvenes enamoradas. He visto parejas abrazadas que expresan amor a leguas. He visto parejas de ancianos haciendo votos de amor. Es decir, el amor si existe. El amor perdura. El amor pervive.

Porque la intuición también existe, porque la sensibilidad, igual, la buena fortuna, el buen sentir, porque las intenciones coinciden, porque la buena voluntad existe, porque el sentido de quererse ver en los ojos del otro, sobresale, captura, se necesita, es intoxicante.

Los poetas sabían de que hablaban. Los dramaturgos también. Caramba, hasta los que escriben textos para tarjetas de amor de las que venden en Sanborns o en Vips.

Bueno, saben a que me refiero.

Para esto también existen valores sociales y culturales que a veces ciegan una intuición. Existen presiones de grupo que no se saben soportar, menos contraatacar, existen circunstancias emocionales que vienen capturando los espacios que toman decisiones en nuestro ser desde que somos niños que no supimos resolver o que creímos resolver o que de plano que resolvimos mal y que finalmente cuando vimos la salida, sólo entramos en algún callejón que nos causó malestar, problemas y lo peor, ni como poder salirnos después.

La vida es tremendamente complicada con todos sus problemas como para andar a ciegas en ella.

Vista así las cosas de la vida, cuando alguien llegaba con una cuita o angustia, a mí, que me había tocado leer algo, pues hablaba del sentido común y del sentir del hombre, y como no tenía mucho empacho en decir las cosas como son, tal como lo muestra el libro, pues comentaba soberanamente mi punto de vista.

Era nada más mi punto de vista, no la solución específica a un problema determinado.

Porque esos finalmente los resuelve la persona. Los resuelve pensando en el momento que vive, y más aún, en el momento que vivirá. Pero la decisión, como todo en la vida, la toma la persona. Sólo ella y nadie más.

Pues como dice la eterna pregunta: “¿Cuántos psicólogos se necesitan para cambiar un foco?”. Y la respuesta será: “Uno solo, pero se necesita que el foco quiera cambiar”.

¿Alguna duda hasta aquí?

*.*.*

CHAPTER O. DE QUÉ ESCRIBO Y PORQUÉ NO ESCRIBO DE POLÍTICA (NORMALMENTE)


(¿Existe el cero en número romano?, bueno, yo sé que no, pero, ¿alguien ha intentado de perdis representarlo?)

Yo. Leo de muchas cosas. Escribo de muchas cosas. De muchos temas. Pueden verlo en
www.technotitlan.mexico.com, y lo que falta. Ahí hay artículos de tecnología, de crónicas, de puntos interesantes que tengan cierta trascendencia temporal o espacial. Ahí habrá lugar para mil artículos, puede que exagere, pero uno nunca sabe que puede pasar mientras haya teclado, CPU, pantalla, Word, energía eléctrica, tiempo, conexión a Internet, y un blog para exponer lo que se pueda.


De política...
...no escribo de forma general porque, primero, estoy firmemente convencido de que no solo hay cientos, sino miles, de voces que hablan del punto. La política, más bien, hablar de política, es algo etéreo y evanescente. Todas los comentarios para bien o para mal se trata acerca de interpretaciones, como si fueran oráculos. Como Cassandras que saben el futuro, que analizan escenarios de todos tipos para que salgan los resultados que ellos esperan o que ellos quisieran que sucedieran. Los columnistas políticos son eternos como monumentos de roca. Despotrican, asumen, defienden, atacan, ven panoramas negros, ven señales, escuchan, mil cosas, obvio, analizan, la mayoría sobre hechos a corto plazo, alguna minoría de su tiempo sobre eventos de mediano plazo y finalmente muy pocos sobre los que llegan a ser de largo plazo.

Ellos tienen sus espacios o los buscan, primero en periódicos, luego en radio y finalmente en televisión, donde está el mayor prestigio.

Por lo demás los columnistas tienen muchos contactos y muchos son utilizados por protagonistas mayores o menores, de manera directa o indirecta, para transmitir información o filtraciones sobre los adversarios, que como sabemos en política, como en toda guerra, sobran.

Ahora, con estos columnistas y comentaristas, sin olvidar los editorialistas, todos están en una zona de informaciones transversales, colaterales, anexas, circunstanciales, coyunturales, efímeras, marginales, temporales, de rumores, de análisis prospectivos mínimos, todo en la búsqueda de exposición y de ser de alguna manera nombrados en las más altas esferas políticas y de medios de comunicación.

Así en México, así en EU, así en Alemania, así en todo el mundo. Es una forma de periodismo que genera en ciertas condiciones no pocos cambios en los derroteros nacionales, como cuando se expone un escándalo político de grabaciones de audio comprometedores para ciertos protagonistas o para dejar caer un rumor que trae detrás algún detalle de magnitudes desastrosas que puede dar de calle que un precandidato a la presidencia incluso renuncie. Las lecciones son sencillas, en política, lo que se quiera, esta sería la directriz principal: “Sólo sigan al dinero”. Ese es mandamiento en cuanto a investigaciones reporteriles, es lo que se dice en caso de sospechas, de rumores, de pesquisas, tal como en los casos de crímenes se decía: “Buscad a la mujer”.

Ahora, habiendo esos espacios por un lado, y siendo por otro lado la política cotidiana, la diaria, sólo una manera de leer los hechos equivalente en momentos a mirar los electrocardiogramas sólo un trazo por segundo a la vez y querer definir si hay enfermedades cardiacas de gravedad o riesgos, o como ver una película sólo un cuadro uno por uno y tratar de interpretar su sentido, devenir y demás, aunque se le acierte de vez en vez con alguna afortunada interpretación, ¿de qué sirve que alguien cómo yo, lo haga en este espacio?

Y aunque me interesa, como a todos, a las alturas de que se lea esto la carrera presidencial que a todos ha irritado, atormentado o inquietado, se habrá acabado y las toneladas de tinta, de cinta, de video, de bits y bytes transcurridos, sin que hayamos entendido, todos y cada uno de los vericuetos de lo que dijeron los candidatos, lo que se pelearon, lo que se aventaron hasta con la cubeta, bueno, todo eso, ya será sólo pasto requemado y seco bajo el gigantesco sol implacable e imperturbable de la historia y pertenecerán al mismo archivo muerto de las declaraciones donde se encuentran hoy por hoy las de Emilio Martinez Manautou, las de Almazán, las de Fernando Henriquez, las de Antonio Ortíz Mena, las de José Vasconcelos, las de Pablo Emilio Madero, las de Francisco Labastida Ochoa, entre tantos y tantos caídos que la inmensa mayoría de los mexicanos, a excepción de sus parientes y sus dolientes, ni han de recordar en absoluto, ni siquiera en forma de transitar por alguna calle olvidada de sus ciudades o estados natales correspondientes.

Pertenecerán a la historia y sólo a los historiadores les interesará. Y ellos las sacarán a la luz cuando se quiera realizar un contraste, seguir la pista a alguien o cuando se quiera verificar lo que tal persona pensaba en tal momento.

Como hemos señalado, lo que hacen los que hablan de política es advertir de tal rasgo o situación actual que pueda servir como orientación o de punto de referencia futuro.

Eso depende, obvio, de quien te lee. Y según las últimas estadísticas que supe del tema sólo el 7% de la gente que toma un periódico con la intención de leerlo, lee los editoriales, que es donde están esos columnistas políticos. De los que toman el periódico que serán, ¿cuántos?, ¿el 3% de la población del país? El 7% del 3% es como un .21% (veintiún centésimas de punto porcentual) de 100 millones de habitantes. Por eso sería como 210,000 personas solamente.

Bueno, algo es algo.

De acuerdo, ya basta, por eso no hablaré de política, sólo cuando alguna posición llegue a pasar mi umbral de calma. Cuando me impresione, cuando me exaspere, cuando me cause lo que suceda una reacción que vibre en lo visceral, cuando considere que es necesario expresar mi voz, sobre ese tema. Cuando no me importe que nadie lo lea.

Eso es respecto a escribir sobre de política.

De lo demás, seguiré escribiendo. Cuando el tema lo amerite, para esto, claro.

Ese ha sido un problema para mí, de hecho. Cuando comencé a escribir para periódico no había límite sobre lo que podría escribir. De cualquier tema. Cuando llegué a escribir a un periódico más importante, se me pidió escribir sólo de un tema en específico. Como no llegamos mas allá en ese punto, me dieron la gran oportunidad de escribir de todo en una sección que se llamó, mmm, así, “De todo”.

Fueron dos años padres, la verdad. Escribí de cine, de rock, de cultura, de radio, de religión, de historia, de tecnología, de literatura, de tendencias, de cultura popular, uff, buena onda, la verdad.

Lo bueno, no dura y se acabó el espacio y bye bye.

Pero a los dos años surgió otro espacio en otro medio. Ese fue la radio cultural. Y así estuve seis años en un programa de radio de una hora semanal que por lo menos a mí, me encantaba.

De eso incluso podría extenderme mucho. Lo dejaré para después. Pero para mí la radio era, mmm, la vida misma. Y la extraño, para esto. Toda la libertad del mundo.

Finalmente pasé seis meses escribiendo en un periódico importante de aquí en la sección editorial, pero no hablaba de política. Digo, eso fue lo que se me pidió. Y hablé de mi percepción de extraño en este estado y traté de ver con ojos frescos todo lo que pude. Fue interesante y recompensante también.

Todo esto que sirva como antecedente de que no sólo escribo de relaciones interpersonales como pudiese entenderse de la única lectura de Nuestras Guerras Secretas.

De hecho, ya lo he dicho en otras partes, tengo dos novelas, “Technotitlan: Año Cero”, “Sangre de Neón”, como una veintena de cuentas como para llenar dos libros, “Pájaro Vespertino y otros cuentos” y el de “Buscando Doblones y otros cuentos”, no sé de que calidad. Digo, hay personas que los han leído y les ha agradado. Ese sería mi punto. O sea, mal, mal, no están.

Así llegan los otros dos libros, los que llamo eufemísticamente de “orientación”. Uno que habla a los muchachos, a los que están de entre 12 y 16 años y que tiene que ver con una discusión de valores, de características de las que incluso ya hablé en una PROPUESTA que está en
www.technotitlan.mexico.com .

Así que ya queda claro el punto de acerca de que es lo que escribo, que temas sí y que temas no. Será exceso lo que escribí, no sé. Lo que sí, es que si llegaron hasta acá, ya entendieron un poco más de mí.

Si andan de generosos en lo de lectura, querrán leer lo que sigue. Promete ser una aventura interesante. Eso espero.

O vuelvan otro día, pero vuelvan, ¿si?